Hasta hace relativamente poco tiempo, la forma en que las empresas comunicaban y vendían sus productos se basaba en el propio producto, en sus características diferenciadoras, en su calidad, en sus usos y beneficios para los consumidores.
Pero hoy en día esto ya no es suficiente, hoy en día el marketing, si se quiere tener éxito, ha de poner el foco en el cliente, el cliente ha de ser el centro de su estrategia, y aquí es donde entra en juego el llamado Marketing Experiencial.
En el Marketing Experiencial el foco está puesto en las experiencias que los clientes pueden adquirir con las marcas/productos durante el proceso de venta de los mismos.
A través del Marketing Experiencial, la elección de los consumidores está basada en las vivencias que éstos pueden conseguir a través de su uso, no en los propios beneficios del producto en sí.
Una buena estrategia de Marketing Experiencial se centra en estimular los sentidos del consumidor, buscando causar en él algún tipo de emoción para terminar regalándole una experiencia única y diferenciadora.
Esta experiencia se puede dar tanto antes como durante o después de comprado el producto.
Si tenemos en cuenta que en el 90% de las decisiones de compra se toman «irracionalmente», parece lógico pensar que si apelamos a las emociones, estaremos más cerca de ese 90% de toma de decisiones.